Los siguientes textos fueron extraídos del libro EL BUEN LECTOR SE HACE NO NACE de Felipe Garrido, mismos que resaltan la responsabilidad del docente en el fomento y gusto por la lectura de sus alumnos.
“… en secundaria, … hubo otro maestro, de geografía que clase tras clase nos engañaba con el mismo truco. Llegaba al salón con un texto diverso que, según decía, había encontrado por casualidad en el camión, en el patio, en la biblioteca de la escuela. Alberto Godínez alzaba sobre la tarima su pequeña humanidad – en ese momento ya casi todos los del grupo eran más altos que él- y comenzaba a leer. Un silencio cabal se hacía en el aula y, a veces, estallaba en una carcajada o en una exclamación de asombro, porque los breves fragmentos que nos regalaba – la lectura debe haber sido cada vez de no más de seis o siete minutos – nos conmovían, nos divertían, nos habrían los ojos hacia posibilidades que no habíamos imaginado.”
“… en secundaria, … hubo otro maestro, de geografía que clase tras clase nos engañaba con el mismo truco. Llegaba al salón con un texto diverso que, según decía, había encontrado por casualidad en el camión, en el patio, en la biblioteca de la escuela. Alberto Godínez alzaba sobre la tarima su pequeña humanidad – en ese momento ya casi todos los del grupo eran más altos que él- y comenzaba a leer. Un silencio cabal se hacía en el aula y, a veces, estallaba en una carcajada o en una exclamación de asombro, porque los breves fragmentos que nos regalaba – la lectura debe haber sido cada vez de no más de seis o siete minutos – nos conmovían, nos divertían, nos habrían los ojos hacia posibilidades que no habíamos imaginado.”
“Este señor, que sí lo era, nos hizo frecuentar textos literarios clase tras clase, hasta formarnos la necesidad de que geografía comenzará con unos versos, con una reflexión, con una historia. Nos enseñó que la lectura y la literatura no eran coto de sus colegas, los maestros de literatura o de español, sino un patrimonio de todos y un alimento, un ejercicio que no podía faltar un solo día. Muchas veces he creído, y ahora lo repito, que la mejor manera de comenzar un día de clases, en cualquier nivel educativo, en cualquier disciplina, es ver al maestro o a la maestra, de pie ante el grupo, con un libro que no sea de texto en las manos; un libro que no persiga otro fin que el gozo de la lectura, para leer unos pocos minutos. Sólo los necesarios para compartir esos secretos de la lectura que constituyen su esencia y a los cuales nadie puede llegar si no es a través de la experiencia, del ejercicio, de la frecuentación de la lectura misma.”
EL BUEN LECTOR SE HACE, NO NACE
Felipe Garrido
Editorial Ariel
Aportación del Lic. José R. Villa G.
Asesor Técnico Pedagógico
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